Luego de una reunión con el alcalde, el repentino cambio de postura de algunos representantes del comercio ha despertado inquietudes en la ciudadanía. ¿Milagro económico o pacto en la sombra?
Conocido por su férrea oposición al proyecto ZER, el presidente de la Cámara de Comercio de Montería fue uno de los rostros visibles en la defensa de comerciantes, rebuscadores y ciudadanos afectados por lo que muchos consideraban una amenaza al tejido económico de la ciudad. Marchas, comunicados, respaldo masivo… todo parecía indicar que el ZER no iba a SER.
Pero en un giro que ni los más creativos guionistas de Macondo habrían anticipado, el ambiente cambió. Tras una reunión de puertas cerradas entre el presidente de la Cámara, un reconocido empresario y el alcalde de Montería, el ruido se esfumó. Silencio sepulcral. Nadie habla. Nadie protesta. Nadie explica.
La pregunta que ronda entre pasillos y cafés es una sola: ¿Qué pasó en esa reunión?
Los comerciantes, que antes clamaban por protección, ahora se enfrentan a una representación muda. Algunos incluso se preguntan si hubo un acuerdo que calmó las aguas… o si simplemente se dejó de remar en la misma dirección. Como dice el refrán sabanero: “Cuando el río suena, es porque piedras trae”.
En el papel, el ZER sigue siendo el mismo. No ha cambiado ni una coma. Pero algo sí cambió: la voluntad de resistencia. Y eso tiene al pueblo con la ceja levantada y el murmullo encendido.
¿Se trata de una nueva estrategia de concertación? ¿Un beneficio que ahora sí les conviene? ¿O estamos ante una traición a los intereses ciudadanos disfrazada de negociación?
En Montería, donde hasta el Diablo tiene fama de partero en decisiones turbias, muchos creen que el canto de la cabuya no miente.
Como diría el viejo Vargas:
“Averigüelo, que el ZER… ya puede SER.”
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