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La víctima habría sido asesinada en otro lugar y trasladada durante la madrugada de este martes 22 de abril

La ola de terror  tras la muerte de alias ‘Chirimoya’, considerado el quinto cabecilla del ‘Clan del Golfo’ en la subregión del San Jorge, no da tregua. A los asesinatos y desapariciones recientes se suma el hallazgo macabro de un hombre entre los 35 y 40 años de edad, cuyo cadáver fue arrojado desnudo y con una pierna aparentemente cercenada en plena vía que comunica a los municipios de Planeta Rica y Buenavista, Córdoba.


Según versiones preliminares, la víctima habría sido asesinada en otro lugar y trasladada durante la madrugada de este martes 22 de abril, para dejar su cuerpo abandonado en la carretera. Las autoridades confirmaron que el hombre tiene un tatuaje en su brazo izquierdo, lo que podría facilitar su identificación.


Este no es un hecho aislado. Pocos días después del operativo conjunto entre la DEA y la Policía Colombiana, en el que fue abatido ‘Chirimoya’ en la vereda El Porvenir del municipio de La Apartada, comenzaron a aparecer cuerpos con signos de tortura en distintas zonas de Córdoba.


El mismo comandante de la Brigada XI del Ejército, brigadier general Eduardo Arias, responsabilizó directamente al ‘Clan del Golfo’ de los recientes homicidios. Entre ellos, el de dos personas que fueron abandonadas envueltas en plástico cerca del cementerio de La Apartada.


Horas más tarde, se registró otro hecho estremecedor: Yaquelín Zabaleta Cadavid y su hijo, Andrés Zabaleta, fueron asesinados brutalmente en la finca donde trabajaban, también en El Porvenir. Ella se desempeñaba como cocinera y él como ayudante. Ambos fueron hallados con señales claras de tortura.


Las autoridades no descartan que estas muertes estén relacionadas con una sangrienta vendetta por la caída de su cabecilla. La activación de comandos sicariales del grupo armado ilegal sería parte de una ofensiva para vengar la muerte de ‘Chirimoya’ y reafirmar el control de las zonas del microtráfico, ante la amenaza de ocupación por parte de otras estructuras delincuenciales.


Mientras tanto, el miedo crece entre los habitantes del San Jorge, quienes sienten que el terror no ha hecho más que comenzar.

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