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Mientras hacía fila, esperando que una señora retirara su dinero, una joven de unos 30-35 años, con un vestido gris largo y tapabocas, se acercó demasiado por detrás. Al voltearse, la joven giró la cara. En ese momento, llegó un hombre con la cartera abierta, preguntando por la ubicación de un Efecty. Ella le respondió que en cualquier parte de Alamedas podría encontrar uno.
Procedió a retirar el dinero del cajero. Durante la transacción, notó que la joven estaba detrás de ella, aproximadamente a un metro, observando. Alarmada, retiró el dinero rápidamente. Al dar unos pasos, sintió un mareo intenso y casi perdió el equilibrio. Caminó como pudo y, al mirar hacia atrás, vio a la joven mirándola fijamente, como esperando que perdiera el conocimiento. Entró a Claro y le pidió a una asesora que, si se desmayaba, avisara a seguridad, ya que le habían echado algo y se sentía muy mal.
Después de unos 20 minutos, logró calmarse y se dirigió al estacionamiento hacia su carro. Sin saber cómo (gracias a la gloria de Dios), manejó hasta las urgencias de la Uroclínica de Montería. No recuerda cómo llegó, pero tenía la presión alta, la frecuencia cardiaca en 150, la cara roja, los ojos inyectados y las orejas hinchadas.
La atendieron de manera excelente, le administraron la medicación necesaria y estuvo ingresada unas 8 horas. Los médicos concluyeron, tras varios exámenes, que le habían aplicado escopolamina y que era la primera vez que veían a alguien que no perdiera el conocimiento por su efecto (un verdadero milagro).
Hoy ha tenido vómito y fiebre. Le pide a Dios mejorar pronto para poder denunciar el hecho ante la fiscalía y llevar la denuncia a Alamedas para que tomen las medidas pertinentes. Varias personas le han comentado que han sido víctimas de situaciones similares en Alamedas.
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