En un macabro episodio, tres cabecillas del Clan del Golfo han sido asesinados por su propia organización en un período de ocho meses, en lo que parece ser una purga interna llevada a cabo por la nueva comandancia para consolidar el control sobre todos los miembros. .
Los tres asesinatos se ejecutaron siguiendo el mismo patrón: los líderes fueron citados a una reunión, donde fueron interrogados, ejecutados a tiros y luego abandonados en áreas rurales.
El caso más reciente fue el de Arley Úsuga Torres, conocido como "Cero Siete", cuyo cuerpo fue hallado el 19 de octubre en una carretera de Astrea, Cesar. Úsuga Torres, de 44 años, era un antiguo miembro de la organización y había estado involucrado en sus actividades desde 2008, principalmente en la región de Urabá, donde coordinaba la exportación de cocaína a Estados Unidos y Europa. Se le atribuía una estrecha relación con el exlíder del Clan del Golfo, Dairo Úsuga David, alias "Otoniel". Aunque se rumoreaba que eran parientes debido a que compartían el apellido Úsuga, la Fiscalía confirmó que no tenían lazos de sangre.
El narcotraficante fue capturado en 2013 y posteriormente extraditado a Estados Unidos, donde cumplió una condena por tráfico de drogas antes de regresar a Colombia en 2020, donde fue nuevamente detenido por conspiración para delinquir. Recientemente había obtenido el beneficio de arresto domiciliario y se trasladó a Valledupar, lejos de su zona de operaciones previas.
Estas muertes son parte de una serie de purgas internas que comenzaron en febrero de 2023. Wilmer Giraldo Quiroz, conocido como "Siopas", fue el primero en recibir la citación y fue secuestrado durante 17 días en la selva de Chocó, donde se vio obligado a entregar bienes y dinero. Ómar Noguera Camacho, apodado "Boyaco", también resultó víctima de este patrón y fue uno de los principales financiadores del Clan antes de ser capturado en 2017.
Estos asesinatos comparten un elemento común: al parecer, los fallecidos desobedecieron las órdenes del nuevo líder, Jobanis Ávila Villadiego, conocido como "Chiquito Malo". Las agencias de seguridad sugieren que "Siopas", "Boyaco" y "Cero Siete" intentaron continuar sus actividades de manera independiente, desafiando la directiva del estado mayor nacional del grupo ilegal.
Bajo el liderazgo de "Otoniel", los bloques y frentes tenían cierta autonomía para gestionar sus finanzas. Ahora, la cúpula busca un control más centralizado de toda la estructura.
Además de consolidar su poder interno, el Clan del Golfo se encuentra en una posición delicada debido a las posibles cooperaciones de "Otoniel" y "Nicolás" con la justicia de Estados Unidos. Estos dos líderes, condenados a largas penas de prisión, podrían reducir sus sentencias a cambio de proporcionar información a la Fiscalía y la DEA sobre otros miembros de la organización.
"Chiquito Malo" y su alcalde del estado buscan avanzar en las negociaciones de paz con el Gobierno colombiano, mientras mantienen un control férreo sobre la estructura del Clan del Golfo.
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