Por: Luis Gabriel Degiovanni
Nací y crecí en el barrio Chuchurubí, en el centro y corazón de la ciudad de Montería, época de la que tengo gratos recuerdos al lado de mis padres y hermanos. Viví una infancia feliz. Recuerdo que la gente solía sentarse en las terrazas de sus casas a “coger fresco” y tertuliar hasta bien entrada la noche. Se conversaba sabroso en interminables noches de vigilia y amistad. Escuchar sobre la ocurrencia de hechos delictivos no era común. Raramente se oía hablar de un robo, un hurto y mucho menos de una muerte violenta.
Hoy Montería respira aires de desarrollo y progreso, y se ha convertido en una de las ciudades intermedias más importantes del país, es un referente de avance urbanístico y en un gran atractivo para inversionistas, proyectos comerciales y de negocios. Hacia los cuatro puntos cardinales se desarrollan proyectos inmobiliarios, se construyen urbanizaciones y conjuntos de torres, hay imponentes centros comerciales, una amplísima oferta gastronómica, buenos hoteles, almacenes y tiendas de cadena y una importante vida nocturna con ofertas para todos los gustos. También han llegado un número importante de universidades e instituciones técnicas que poseen interesantes programas académicos, lo que significa que ya nuestros jóvenes no tienen que ir a otras ciudades a prepararse profesionalmente, sino que lo pueden hacer aquí, con resultados sobresalientes.
Sin embargo, pese a los esfuerzos de las autoridades, como en otras capitales del país, hoy crecen fenómenos que aquejan a la ciudadanía, y el deterioro en la seguridad es sin duda un tema que preocupa a los hogares en nuestra ciudad. De acuerdo con las estadísticas oficiales, en Montería se registran diariamente 14 delitos de alto impacto, en 11 barrios de la ciudad ocurren hechos de esta naturaleza, pero la situación torna más aguda en el centro, donde han sucedido, en lo que va corrido de 2023, 33 eventos perturbadores del orden público, en el barrio La Pradera, donde han tenido lugar 29 hechos delincuenciales y le siguen La Castellana con 22, La Granja con 19 y Buenavista con 17.
Los delitos que van en aumento son: Hurto a personas, que se incrementó en un 32% frente al mismo periodo de tiempo (enero a mayo de 2022), lesiones en accidentes de tránsito 26%, extorsión 25% y hurto a motocicletas. Se han registrado 270 casos de lesiones personales, 208 de violencia doméstica, 88 de hurto a comercio y 75 de hurto a viviendas. También se han registrado 30 hurtos de motocicletas.
Sobre este tema he conversado con distintas personas. Líderes comunales, comerciantes, empleados, docentes, estudiantes, conductores y todos coinciden en que se sienten inseguros en Montería. Cuando caminan se sienten nerviosos y desconfiados pensando que les van a robar el bolso, el celular o el dinero.
La gente añora los tiempos en que podía sentarse en su terraza a cualquier hora del día y de la noche a charlar, compartir y tomar aire fresco. Las familias decidieron instalar rejas y mecanismos de protección, las casas parecen hoy jaulas, el temor a ser víctima de la delincuencia se apoderó de las personas, las puertas se cerraron y la desconfianza y el desasosiego son el pan de cada día.
Estamos perdiendo una de las cosas más sagradas e importantes de la vida: La tranquilidad y la confianza. Eso que caracterizó al monteriano, al campesino, a la gente del pueblo, eso que nos identificaba y que nos hacía sentir orgullosos de esta tierra, paulatinamente está desapareciendo, sin que actuemos de manera contundente para evitarlo.
La seguridad es vital para construir tejido social y convivencia pacífica. Una ciudad insegura es inhabitable, insostenible, no prospera, no crece, no avanza. Hoy, se requieren decisiones audaces, ejercicio de la autoridad, mucha participación comunitaria, apoyo a la Fuerza Pública y uso de tecnología de punta para prevenir y contrarrestar la delincuencia.
Urge la creación de una secretaría de seguridad y convivencia, que sea el doliente de este asunto, que trace y lidere las políticas y acciones para garantizar uno de los mandamientos esenciales de nuestra constitución: La vida y los bienes de la población.
Poner en marcha un programa de gestoría de convivencia y trabajar de manera articulada con las Juntas de Acción Comunal para que el tema de seguridad se incorpore a la vida cotidiana de la gente, es vital para lograr resultados al corto y mediano plazo.
Hoy no funciona ninguna de las 103 cámaras instaladas para combatir la delincuencia, algo realmente inverosímil. Es necesario, no sólo que funcionen, sino que posean la capacidad de identificar rostros y obtener información y datos de las personas, vehículos y motocicletas. Utilizar elementos como los drones para vigilar zonas complejas y espacios vulnerables al delito, promover la cultura cívica de denuncia ante cualquier hecho sospechoso, crear programas como “Mi barrio seguro”, premiando con obras aquellos sectores que alcancen menores índices de delincuencia y fortalecer los programas de recompensa, son algunas de las acciones que podrían implementarse en aras de mejorar la preocupante inseguridad imperante en la bella y amada Montería.
Sin duda se deben sumar esfuerzos y trabajar arduamente para recuperar la sensación de seguridad que en otros tiempo caracterizó a Montería. Trabajemos para recuperar la tranquilidad, para que podamos volver a las terrazas.
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