¿Quiénes son los talibanes? El grupo armado de los talibanes, los “estudiantes”, según su traducción de la lengua pastún, toma forma a inicios de los años noventa del siglo pasado. En 1989, los muyahidines ―combatientes por la yihad (guerra santa) armada―, afganos y extranjeros, habían derrotado a las tropas de la Unión Soviética en Afganistán tras una década de guerra. Desde la frontera afgano-pakistaní, los talibanes, nacidos en los seminarios religiosos fundamentalistas, prometieron orden y seguridad en su ofensiva para gobernar el país.
En 1996, la guerrilla tomó el control de Kabul y arrebató el Gobierno y la presidencia al líder muyahidín Burhanuddin Rabbani, uno de los héroes de la victoria frente a los soviéticos. En su avance, los talibanes instauraron un régimen integrista sobre la interpretación rigurosa de la ley islámica. Entre otras medidas, impusieron castigos físicos, desde la pena capital en plaza pública a los latigazos o la amputación de miembros por delitos menores; despojaron de cualquier derecho a las mujeres, a las que obligaron a cubrirse íntegramente con el burka, y a las niñas, a las que prohibieron ir al colegio a partir de los 10 años, y erradicaron cualquier expresión cultural (cine, música, televisión) o incluso arqueológica —destruyeron en marzo de 2001 los Budas de Bamiyán—.
Tras aquella toma del poder en Kabul, solo tres países reconocieron a los talibanes: Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Pakistán. Los servicios de inteligencia de este último país, pese a las negativas de Islamabad, han sido acusados por Estados Unidos de apoyar la insurrección talibán. El Centro para el Combate del Terrorismo de West Point estima que los talibanes cuentan con en torno a 60.000 combatientes, a los que se les sumarían decenas de miles de milicianos afines y colaboradores.
¿Por qué Estados Unidos declaró la guerra a los talibanes en 2001? Cinco años después de la toma de Kabul por los talibanes, el 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos sufrió los atentados de las Torres Gemelas, con un balance de alrededor de 3.000 muertos. Washington culpó del ataque a la red terrorista Al Qaeda, nacida a finales de los ochenta y liderada entonces por el saudí Osama Bin Laden. El Gobierno del presidente republicano George W. Bush declaró la guerra al terror y a sus santuarios, entre ellos, el Afganistán de los talibanes, donde se creía que habían encontrado refugio Bin Laden y la cúpula de Al Qaeda al abrigo del mulá muyahidín Mohamed Omar.
En octubre de 2001, Estados Unidos lanzó una ofensiva (Operación Libertad Duradera) contra las fuerzas talibanes junto a la Alianza del Norte, una coalición de milicias rivales nacida tras la caída de Kabul. Los fundamentalistas escenificaron su capitulación en Kunduz, en la frontera hacia Tayikistán, en tan solo dos meses. No obstante, la invasión de tropas norteamericanas, apoyadas posteriormente por decenas de países en su administración del nuevo Afganistán, no dio con el paradero de Bin Laden y del mulá Omar.
Los talibanes admitieron en 2015 que el mulá Omar había fallecido dos años antes. El mulá Mansur, su sucesor, fue alcanzado por un ataque aéreo estadounidense en 2016. Maulaui Hibatullah Akhundzada es el actual líder de los talibanes. Bin Laden fue localizado y abatido por fuerzas especiales estadounidenses en mayo de 2011 en la localidad de Abbottabab (Pakistán).
¿Qué han hecho los talibanes desde 2001? Tras la victoria de las tropas estadounidenses y durante la etapa de transición hacia un Gobierno afgano bajo estándares democráticos, los talibanes han mantenido su zona de influencia en áreas del interior y la frontera paquistaní. El grupo integrista no se entregó, sino que replegó a sus miembros a zonas montañosas y de difícil acceso o fuera del país. Los talibanes han mantenido diferentes estrategias, desde el avance paulatino de sus milicianos en una guerra de guerrillas tradicional a los atentados terroristas contra fuerzas de seguridad, funcionarios, políticos —el pasado 4 de agosto, trataron de alcanzar la residencia del ministro de Defensa en Kabul—, mujeres, periodistas... Todo esto les ha valido la condena de Naciones Unidas en diferentes informes por violaciones de los derechos humanos.
En la triste retina de la violencia talibán quedan, sin duda, el tiroteo contra la adolescente paquistaní Malala Yousafzai, en Mingora en octubre de 2012, por alzar su voz en internet en defensa de la educación de las niñas, y el atentado contra un colegio en Peshawar (Pakistán) en diciembre de 2014, que causó 156 muertos. No obstante, la llegada de la marca del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) a Afganistán, a través de deserciones de otros grupos armados afganos como los talibanes, ha complicado la labor de las autoridades para señalar la autoría de los atentados de los últimos años. Los talibanes suelen asumir la responsabilidad de sus ataques a través de su principal portavoz en las redes, Zabihullah Mujahid.
¿A qué se debe la actual guerra en Afganistán? En diciembre de 2014, 13 años después de iniciada la guerra, el presidente estadounidense Barack Obama declaró el fin de las principales operaciones de combate. El mandatario demócrata, que elevó el número de efectivos de EE UU sobre el terreno hasta cerca de 100.000, apostó por centrar los esfuerzos de sus tropas en el entrenamiento y cesión de responsabilidades en seguridad a las fuerzas afganas con el objetivo de poder cerrar la misión. Su sucesor en el cargo, Donald Trump, pese a defender el regreso de los soldados de las guerras más largas, aceptó finalmente mantener el contingente en Afganistán hasta que la situación de la contienda lo permitiese. No obstante, en febrero de 2020, en el marco de conversaciones de paz en Doha (Qatar), Trump acordó con los talibanes que sacaría a las tropas del país en 14 meses.
El pasado abril, el actual inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden, informó de que Estados Unidos retiraría sus tropas en un repliegue que se inició en mayo y que se prevé que concluya a más tardar el 11 de septiembre, fecha en la que se cumplen dos décadas desde los ataques terroristas contra las Torres Gemelas. En mayo, precisamente, los talibanes iniciaron una ofensiva para extender su área de control en el sur, norte y la franja occidental del país, con una estrategia de desgaste desde las capitales de las 34 provincias que dividen el país hacia las grandes ciudades, como Herat, Kandahar o Kunduz, para terminar en Kabul.
Los servicios de inteligencia estadounidenses estimaban en junio que el país podría caer en manos de los talibanes seis meses después del repliegue de las tropas extranjeras. Esas mismas fuentes revisaron sus previsiones la semana pasada y consideraron que Kabul podría ser controlada por los fundamentalistas en 90 días. El sábado rebajaron a 72 horas la llegada de las milicias a la capital, que finalmente se ha producido este domingo. Solo entre julio y lo que va de agosto, un millar de civiles han perdido la vida debido a la violencia desatada en la ofensiva talibán, según cifras de la ONU. En torno a 250.000 personas han huido de sus hogares desde mayo. Pese a que sobre el papel, las fuerzas afganas, entrenadas y apoyadas por la coalición internacional durante las últimas dos décadas, cuentan con más efectivos, en torno a 288.000 entre policías y militares, el avance talibán ha sido veloz.
¿Puede alcanzarse algún acuerdo entre las partes pare frenar la violencia? En febrero de 2020, Estados Unidos, bajo el Gobierno de Donald Trump, y los talibanes alcanzaron un acuerdo por el que Washington se comprometía a retirar tropas en mayo de 2021 y la milicia insurgente a no atacarles e iniciar el diálogo con el Gobierno de Kabul, dirigido por Ashraf Ghani. El pacto fue firmado por el embajador estadounidense Zalmay Khalilzad y por Abdul Ghani Baradar, cofundador de la milicia talibán. También el pasado año se iniciaron conversaciones entre las partes en Doha, capital de Qatar, pero sin mucho éxito. El pasado 12 de agosto, precisamente a través de Qatar, el Ejecutivo afgano envió a los talibanes una propuesta para compartir el poder a cambio del fin de la escalada bélica. De momento, los insurgentes no se han pronunciado sobre un posible acuerdo. Tras llegar a Kabul se comprometieron a no usar la “fuerza” para tomar el gobierno. El presidente Ashraf Ghani abandonó este domingo el país.
¿Cómo ha caído Kabul tan rápido? Hasta Abdul Ghani Baradar, cofundador de la milicia talibán, declaraba en un vídeo emitido a última hora del domingo la sorpresa de los propios insurgentes por la rapidez con la que han logrado entrar en la capital. Por la mañana, los talibanes ya habían rodeado Kabul y esperaban órdenes. “Nuestras fuerzas no están entrando en Kabul. Queremos una transferencia de poder pacífica”, declaraba su portavoz Suhail Shaheen. Ante lo inevitable de la derrota el pánico se apoderó de las autoridades, el presidente Ashrif huyó del país y los diplomáticos estadounidenses abandonaron en helicóptero la Embajada tras quemar miles de documentos. Los afganos no parecían creer en las promesas de los talibanes de que no habrá ejecuciones y que se decretará una amnistía y miles de ciudadanos colapsaron las carreteras de salida de la ciudad. Una avalancha de civiles se lanzó al aeropuerto para intentar abandonar el país en alguno de los vuelos fletados por los Gobiernos occidentales para repatriar a sus nacionales tras la suspensión de los vuelos comerciales. Al menos cinco muertos se registraron en el aeropuerto tras los disparos de las fuerzas estadounidenses para dispersar a la multitud.
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